Vivir fuera de la Tierra

Últimamente encuentro día sí, día también, información sobre Astronomía en los medios generalistas. Y no es que me disguste, ya sabéis que soy aficionada a esta ciencia, pero me sorprende porque nunca antes había sido testigo de esta abundancia informativa. Quizá por eso me detengo más a observar y, más allá del típico terror psicológico que nos infunden con los agujeros negros, encuentro muchas informaciones que giran en torno al descubrimiento de agua, atmósferas y, en general, condiciones de habitabilidad similares a las de la Tierra. Todos estos focos de posible vida está siendo encontrados especialmente en exoplanetas, gracias a la sonda Kepler.

Hace apenas una semana, la NASA confirmaba la existencia de un planeta habitable fuera del sistema solar.  Dicho planeta lo tenía casi todo a los ojos de los buscadores de vida extraterrestre y de los que ansían una segunda vivienda, lejos del desastre ecológico de Tierra que estamos dejando. Pero, la propia información recoge que aún quedan datos por determinar, como si el exoplaneta es sólido, líquido o gaseoso. Vamos, nimiedades. El caso es que, mientras yo pienso cómo puñetas se hace la compra en un planeta gaseoso, otros van haciendo las maletas e incluso hay quien se prepara para pedir la recalificación de terrenos donde edificar.

Teniendo en cuenta que la sonda New Horizons va a tardar diez años en llegar desde la Tierra hasta Plutón. ¿Qué podríamos tardar nosotros en salir del Sistema Solar? ¿Cómo sobreviviríamos, física y psicológicamente, a un viaje de una década? ¿Cuántos elefantes se van a balancear sobre la tela de una araña durante el recorrido? Pues eso, que como decía el gran Carl Sagan, de momento, la Tierra es el único hogar que tenemos, y debemos cuidarlo.

A título personal, saco dos conclusiones sobre esta excesiva repercusión de la Astronomía en medios generalistas. Primero, que la NASA ha puesto más interés en difundir información sobre su trabajo desde que le retiraron los transbordadores y le anunciaron recortes en su financiación. Y segundo, que la sociedad, como en toda época de crisis, se encuentra más receptiva a todo aquello que produce evasión. Qué queréis que os diga, conforme está la cosa, yo también me empadronaría en Orión.